jueves, 10 de octubre de 2013

Querida vida:

Así, sin un permiso... sin llamar a la puerta, sin previo aviso, irrumpiste aquí, en este pequeño, pero gran sitio al que yo considero mi mundo. 

Y es irremediable. No puedo echarte, no hay indicios, no hay barreras ni señales de que vayas a irte. Pero sé que puede pasar. Y ese día será demasiado tarde porque ya habré enloquecido dulcemente, sin frenos y a punto de chocar.

Así que yo de ti, me rendiría... Rindete, no te queda más remedio que entregarte ciegamente.

Querida vida, déjamelo, déjame disfrutarle un poquito más, déjame llenarle la vida de colores, déjame endulzar sus pensamientos y suavizar sus miedos. 

Y si quieres después, cuando lo haya hecho todo y no tenga nada más que enseñar, te lo llevas... porque sé que eres tan bonita, que igual que das, quitas. Pero no ahora, te lo pido por favor...

Dame tiempo para darle todo lo que tengo.