viernes, 23 de diciembre de 2011

soñemos en el momento preciso


Tengo que ser dura conmigo misma. Sino elaboraría una quimera propia, un mundo paralelo al que partiría constantemente, idílico e inexistente a su vez. Hasta tal punto que creería que lo que me rodea es pésimo, gris, oscuro y eso no es más que falacia, que quiere engañarme...

Un mundo imaginario inventado puede tener mil colores, mil historias bonitas que contar, sin finales... pero no podríamos diferenciar los mejores detalles y momentos de la vida, pasarían desapercibidos, insignificantes, de puntillas...

Si todo fuese utópico perderíamos todas esas cosas que hoy nos hacen felices, alteraríamos nuestra escala de valores, se graduaría a modo de felicidad permanente, hasta el momento de perder la esperanza e ilusión por las cosas más simples y bonitas que hoy llegan a emocionarte.


Impensable, imposible, absurdo e irracional.
La realidad siempre superará la ficción porque ese mundo ideal, soñado, esperado, fue creado a partir de instantes que un día vivimos...



los imposibles también existen

Que las mejores cosas se acaban rapidísimo, que lo eterno no sé si es real y por lo tanto no lo creo. Que el cariño más profundo se va apagando poco a poco si uno de los dos no cree en él. Y la otra persona se deja llevar, arrastrada para pensar que lo mejor es alejarse de la pasión que entregarse ciegamente a ella, si no le van a corresponder en su totalidad, aunque sea lo que más desee.