viernes, 9 de noviembre de 2012

Fragilidad

Dominar el futuro, saber lo que va a pasar, huir de las casualidades, someter al destino. Me consuela pensar que todo esto es más sencillo cuando controlas las pequeñas decisiones de cada día. Cuando las conviertes en una rutina. Pero si no podemos controlar nuestro futuro, al menos nos queda el consuelo de intentar predecirlo. Supongo que la cuestión es sentirnos un poco más seguros. Que alguien nos diga, aunque sea desde unas líneas impresas en papel reciclado, que todo va a salir bien, que nuestros proyectos van a cumplirse, que hoy puede ser un gran día: nuestro día de suerte.

El futuro nunca deja de zarandearnos con sorpresas inesperadas que nos rompen los esquemas y nos hacen replantearnos todo lo que sabemos. Nunca deja de asombrarnos con nuevas oportunidades para tomarle el pulso a nuestro espíritu de superación. Nunca deja de poner a prueba nuestra capacidad de plantar batalla, de volver a empezar una y otra vez desde la casilla de salida. Nunca deja de demostrarnos que por mucho que  intentemos controlarlo, el futuro es impredecible.

Lo único que sabemos a ciencia cierta es que todos avanzamos a un ritmo de 60 minutos por hora. Hagas lo que hagas. Seas quien seas. Da igual que errores hayas cometido en el pasado o cuantas veces hayas pedido perdón. Todos avanzamos por el mismo camino y me consuela pensar que en este viaje podemos dejar atras los tropiezos, las culpas, las caídas. Que mientras vamos tirando podemos trazar nuestra propia ruta y plantarle cara al futuro. Es la única manera de dominarlo.

1 comentario:

  1. Quizá deberías plantearte dejar de preocuparte por lo que sucederá en el futuro, porque, mientras haces eso, te pierdes el presente. Aquí y ahora ;)

    ResponderEliminar